miércoles, 13 de julio de 2011

“Al despedimiento de Cristo y la Virgen”. Uno de Los Romances escritos por Lope de Vega para cantar en la Semana Santa



Entre las muchas y curiosas tradiciones que se desarrollan con motivo de la celebración de la Semana Santa en nuestro país hemos encontrado una que nos ha llamado especialmente la atención, no solo por ser una peculiar expresión de religiosidad popular, sino también por el hecho de que en ella está presente el relato de la escena de la Despedida de Cristo de su Madre.

Así en algunas procesiones de la Semana Santa española existe la tradición de recitar una colección de romances escritos en el siglo XVII por Lope de Vega y Carpio, publicados en su obra titulada “Catorce Romances a la Pasión de Cristo" compuesta, - tal y como nos indica su titulo-, por catorce romances dedicados a diversos pasajes de la Pasión y Muerte de Cristo como la Oración en el Huerto, los Azotes, la Coronación de Espinas, Su presentación como Ecce Homo, llevando la Cruz a cuestas, desnudándole de la túnica, el levantamiento en la Cruz, las Siete Palabras, el buen ladrón, su Expiración en la Cruz, el Descendimiento, la Soledad de Nuestra Señora, y la Sepultura, iniciando los romances el dedicado al ‘Despedimiento de Cristo y la Virgen’.
Este es el texto de este romance:

“CATORCE ROMANCES A LA PASION DE CRISTO”

ROMANCE I.
Al despedimiento de Cristo y la Virgen

Los dos más dulces esposos
los dos más tiernos amantes
los mejores madre e hijo
porque son Cristo y su madre.

Tiernamente se despiden;
tanto, que en solo mirarse
parece que entre los dos
se está repartiendo el cáliz.

Hijo, le dice la Virgen
¡ay si pudiera excusarte
esta llorosa partida
que la entrañas me parte!

A morir vas, hijo mío
por el hombre que criasteis,
que ofensas hechas Dios
solo Dios las satisface.

No se dirá por el hombre
quien tal hizo que tal pague,
pues Vos pagáis por él
al precio de vuestra sangre.

Dejadme, Dulce Jesús,
que mil veces os abrace
porque me deis fortaleza
que a tantos dolores baste.

Para llevaros a Egipto
hubo quien me acompañase,
mas para quedar sin Vos
¿quién dejáis que me acompañe?

Aunque un ángel me dejaseis
no es posible consolarme,
que ausencia de un hijo Dios
no puede suplir un ángel.

Siento yo vuestros azotes
porque vuestra tierna carne
como es hecha de la mía
hace también que me alcance.

Vuestra cruz llevo en los hombros
y hay que pasar adelante,
pues si a los vuestros aliento,
aunque soy vuestra, soy madre.

Mirando Cristo a María
las lágrimas venerables,
a la emperatriz del cielo
responde palabras tales:

Dulcísima madre mía,
vos y yo dolor tan grande
dos veces le padecemos,
pues lo padecemos antes.

Con vos quedo aunque me voy,
que no es posible apartarse
por muerte ni por ausencia
tan verdaderos amantes.

Yo siento más que mi muerte
el ver que el dolor os mate,
que el sentirlo o padecerlo
en mi son penas iguales.

Madre, yo voy a morir,
porque ya mi Eterno Padre
tiene dada la sentencia
contra mi que soy su imagen.

Por el más errado esclavo
que ha visto el mundo ni cabe
quiere que muera su hijo:
obedecerlo es amarle.

Para morir he nacido,
Él ordenó que bajase
de sus entrañas paternas
a las vuestras virginales.

Con humildad y obediencia
hasta la muerte he de hallarme;
la cruz me espera, señora,
consuélelos Dios; abrazadme.

Contempla a Cristo y María,
alma en tantas soledades,
que ella se queda sin hijo
y él sin su madre se parte.

Llega y dila: ¿Virgen pura.
queréis que os acompañe?
que si te quedas con ella
el cielo puede envidiarte.


La recitación pública de estos romances protagoniza algunas procesiones de la Semana Santa española, como la de la localidad abulense de Navaluenga, en la que en la denominada “Procesión de Los Romances”, que se desarrolla en la tarde de Jueves Santo, dos cuadrillas pertenecientes a la denominada 'Hermandad de Romanceros' cantan estos romances así como los 300 versos que Lope de Vega dedicó a la pasión de Jesucristo en el siglo XVII, publicados en su obra las ‘Rimas Sacras’ (1614).


No existe documentación que nos aporte información concreta sobre el origen de esta tradición popular, aunque algunos creen que pudo surgir en el siglo XVII como manifestación de fe durante la contrarreforma, para después convertirse en acto procesional en el siglo XVIII.


Estas cuadrillas, inicialmente compuestas exclusivamente por hombres, están abiertas en la actualidad tanto a mujeres como a niños, y acompañan una procesión conformada por cuatro pasos: Cristo Amarrado a la Columna, La Caída, Cristo de la Veracruz y La Virgen Dolorosa.



Finalizado su recorrido los romanceros se vuelven a citar junto la iglesia donde estas cuadrillas se desafían en lo que allí se denomina “el pique”, en el que con sus cantos cada cuadrilla intenta imponerse en voz y sentimiento a la otra.



Esta tradición, de forma similar, también se desarrolla en la localidad de Baños de Rioja, en la que en las noches de Jueves y Viernes Santo dos coros cantan también estos romances que Lope de Vega dedicó a la Pasión y Muerte de Cristo.

Texto: María Victoria Botí Espinosa


Fotos de esta entrada:
- Portada de libro “Catorce Romances a la Pasión de Cristo” publicada en la web
http://www.todocoleccion.net/
- Cuadrilla de romanceros, de la Agencia EFE, publicada en
http://www.soitu.es/soitu/2009/04/09/info/1239303236_462527.html
- Procesión de Los Romances, realizada por Ricardo Muñoz. Publicada por la edición digital del diario
El Mundo

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